La última persona a la que Calista esperaba ver en el funeral de su padre era al arrogante multimillonario Lukas Kalanos. Cinco años antes, después de haber perdido su inocencia con él, Lukas había traicionado a su familia y había desaparecido, dejando a Callie con algo más que el corazón roto.
Lukas quería vengarse de la familia Gianopoulous por haber hecho que lo metiesen en la cárcel, y para ello había decidido seducir a Callie. Esta pagaría por los graves perjuicios del pasado, y pagaría… ¡entre sus sábanas! Pero el descubrimiento de que Callie tenía una hija, una hija que también era suya, fue una sorpresa que iba a cambiar sus planes de venganza. ¡Calista tenía que ser suya!
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